domingo, 21 de febrero de 2010

Primeras intentonas


Comencemos por el principio: Ningún amigo ni conocido tiene previsto viajar a Australia, Nueva Zelanda o similares. La crisis, los vuelos caedizos, la inmensidad oceánica. Es mejor el jamón de cerdo de las Alpujarras que el de canguro de las antípodas. Pero no hay que desanimarse por tan poca cosa. Entre mi pequeño y yo hemos ideado un plan para tener la ansiada fotografía: escribiremos una carta a un australiano pidiéndole el favor. ¿Conocemos a algún australiano? NO. Probemos con instituciones oficiales. Por ejemplo, la Embajada. ¡Sí, claro! La Embajada. ¿Por qué no se nos ha ocurrido antes? Pero, ¿lo dices en serio? ¡Claro que lo digo en serio! Además, soy yo el que va a hacer el viaje, no tú. Tú te quedas tan tranquilo en casa mientras que yo tengo que pasar miles de minutos metido en un avión para llegar a Dios sabe dónde. Está bien, le escribiremos una carta.
Carta escrita. Dice así:


Señor Embajador D. Carlos Sánchez de Boado y de la Válgoma:

Quizás el asunto que le voy a exponer le resulte un tanto peregrino, pero acudo a usted como una de las últimas soluciones que se me han ocurrido ante un problema que tengo desde hace algunas semanas. La historia es la siguiente: el mes de junio pasado publiqué un libro titulado Los 400 golpes. Se trata de un volumen de microrrelatos en el que he recopilado mis trabajos de los últimos años. Unos días después de su presentación un querido amigo se marchaba de vacaciones a Venecia y le pedí una fotografía del libro en un lugar reconocible de la ciudad. Así nació el proyecto El viaje de Los 400 golpes, que puede usted visitar, si le parece oportuno, en la siguiente dirección de Internet:

A partir de ese momento fueron numerosos los amigos (y también desconocidos) que se sumaron a la propuesta: las fotografías del libro comenzaron a llegar desde los lugares más insospechados: Asia, Europa, India, Centroamérica, EEUU, China...

Hasta aquí todo ha marchado estupendamente y tengo una espléndida colección de mi libro viajando por todo el mundo... Bueno, por casi todo el mundo. Sólo me falta Oceanía. Los otros cuatro continentes ya los tengo en mi colección pero no consigo conocer a nadie que vaya a viajar en breve hasta aquel lejano lugar del mundo. Y aquí surgió la idea de escribirle. Mi propuesta es la siguiente: ¿estaría usted dispuesto a enviarme una fotografía de mi libro en un lugar bien conocido de Australia? No tendría por qué salir usted en la fotografía, desde luego, aunque si decide hacerlo me sentiría muy honrado. El tema lo dejaría a su elección, pero me gustaría que fuera algo muy significativo del país. ¿Qué tal un canguro? ¿O el famosísimo Auditorio de Sydney? En cualquier caso, toda fotografía me resultaría interesante y las publicaría (una o varias) con sumo placer porque ello equivaldría a cerrar el periplo. Tal y como hizo el personaje de Julio Verne, mi libro habría dado la vuelta al mundo y podría ser un fantástico colofón a mi idea.

Espero que no considere descabellada esta propuesta, fruto de un proyecto artístico que ha sido reseñado en radio nacional y criticado positivamente en algunos medios de comunicación y blogs de escritores conocidos.

Si usted no pudiera dedicarse a hacer este trabajo por falta de tiempo o de interés, le rogaría que trasmitiese la idea a algún compañero de trabajo, familiar o amigo para que él lo hiciese. En caso de que su respuesta sea afirmativa, le enviaría a la dirección que usted me indique un ejemplar del libro a la mayor brevedad posible.

Confío en su amabilidad y espero que este escrito consiga implicarle en mi proyecto.

A la espera de sus noticias reciba un cordial saludo.


Federico Fuertes Guzmán