Potenciando la cantera

Londres, Granada, Islas Canarias. La ruta del calorcito, al parecer nos ha salido friolero y cuando se lo llevan a tierras cálidas se le ven los colores y la sonrisa en la cara. Julia y Mateo parecen muy divertidos posando con el libro del amigo de papá y mamá. El frío es sólo un lejano recuerdo y la nieve se limita a poner la guinda estética en lo más alto del Teide. ¡Arriba el verano!

Golpes en la puerta

Está muy literario mi pequeño estos días. Tal vez espoleado por la visita a casa de Mme. Woolf, ha decidido remedar a los viajeros ingleses que descubrieron Andalucía hace ya algunos lustros. Desde Londres se ha venido derechito hasta Granada y le ha gustado pasear bajo su radiante sol de invierno. Y paseando, paseando, se topó con una hermosa puerta, en la que dio tres buenos golpes, como en los cuentos infantiles. Alguién, tal vez un aprendiz de genio, le abrió y ¡oh sorpresa!: un monumental palacio apareció ante sus ojos. Viajero, estás en La Alhambra. Pasa y disfruta. 

Baco nuestro que estás en los cielos

Mi pequeño podría haberse acercado a charlar con el dios de la cerveza sin alcohol, el dios del Bitter Kas o el dios del agua de Vichi. Pero no. Eligió a Mr. Baco. Como decían cuando yo era pequeño: la cabra tira al monte.

Una gran familia

De las miles de casas que hay en Londres, mis pequeños golpecitos sabían cuál era mi preferida. Y hasta allí se fue, después de la terrible noche de frío, para retratarse en la entrada del hogar donde vivió la familia Stephen. Un emocionante detalle por su parte.  

La hora del loco

La hora del loco es esa en la que el tiempo no avanza, pero tampoco retrocede. Y bien loco hay que estar para hacer una fotografía al lado del Támesis en una noche de noviembre. Obsérvese el rigor, cercano al mortis, de las manos de la modelo y el temblor de los pobres púgiles, también ateridos con su escasa vestimenta. Los héroes, Cristina y Jose, nos han mandado estas fotografías con las dos esferas más importantes de la City: El gran Ojo de Londres y el gran Ben de la Torre del Parlamento. Una huelga de los controladores del tiempo británico nos impide saber a qué hora se tomó la fotografía. Una lástima. 

Sobre libros y libras

Las buenas relaciones del autor de Los 400 golpes con el imperio británico quedan de manifiesto en su currículum: 

1. FFG tituló su primer libro La reina de Inglaterra.

2. FFG tituló uno de sus golpes La reina de Inglaterra.

3. FFG se presentó a un casting en el que se elegía el rostro que aparecería en los billetes de libras esterlinas. Quedó en segundo lugar ¿Por detrás de quién? De La reina de Inglaterra, of course. 

Albión, Albión

Después de unos días de reposo en casa, Los 400 golpes vuelve a introducirse en una maleta amiga. En este caso es Cristina B., amiga archivist, la que cede gentilmente un hueco de su maleta al libro más viajero de la historia. El destino elegido es London. ¿Dónde quieres que nos hagamos fotos? En todos lados, en cualquier esquina de la city. La Pérfida Albión (¿sigue siendo tan pérfida?) es lo suficientemente atractiva como para sacar un buen puñado de libritas del banco y pegarse unas estupendas vacaciones invernales. ¡Buen viaje queridos amigos! ¡Recuerdos a Su Serenísima!

¡Cuarto continente!

Se ha hecho de rogar pero al final ha llegado. Hemos conocido las andanzas de Los 400 golpes por Europa, Asia y América y a partir de hoy presumirá de haber visitado su cuarto continente, el africano. Carlos Lozano se llevó el libro a Casablanca (título de uno de los golpes) y nos envía esta instantánea de la patria de Bogart. No te disculpes, amigo Carlos, por la calidad de las fotografías. En esta casa nos encantan las borrosas y movidas.

Estoy tan ilusionado porque mi pequeño haya conocido su cuarto continente que ofrezco a mis lectores un surtido de Vivas Africanos: 

¡Viva Mandela!

¡Vivan los ñúes de la segunda cadena!

¡Vivan los masais!

¡Viva el Nilo!

¡Viva Tarzán de los Monos!

Llegamos a la Roca

Es muy divertido ser Gibraltar. Se pone de portero en la Bahía de Algeciras y de vez en cuando llega un temporal y le tira un penalty. A veces lo para y el petrolero (perdón, el balón) se queda al borde de la portería. No ha sido gol. Otras veces se estira pero no consigue evitar el tanto y el balón (perdón, el petrolero) queda encallado durante unos días en las mallas de la bahía. Y entonces la gente del lugar, el público, se dedica a pasar el domingo en las inmediaciones del barco hablando a voces con la tripulación, preguntándole si necesitan algo o discutiendo asuntos de alta trascendencia conceptual: el barco ¿es de madera o de hierro? 

Una pareja de intrépidos reporteros ha ido a entrevistar a Peter Caruana, que rehusó amablemente fotografiarse con el niño. Bueno, pues ya que no quiere salir en la foto, echemos mano de otro famoso. En el interior del libro encuentran un nombre propio, el del gran Houellebech, un señor que lo pasaría en grande en esta zona del mundo, con sus colas, su contrabando, sus vertidos y sus monos. Anímese, Michel, venga a pasar unos días y le echamos una fotico con el libro. Y usted también, Caruana. No sea tímido.