miércoles, 27 de mayo de 2009

The power of love (literario, claro)





Mario es uno de los primeros admiradores de Los 400 golpes. Un día cogió el libro y lo puso ante sus ojos. Y así sigue. Llueve, haga sol o salga de viaje, el tío no se separa del libro. Aquí está en un tren destino al centro de Europa. Mira Marito, qué hermoso paisaje, le dice su mamá Begoña. Nada. Mira qué esculturas, qué monumentos, mira qué museos, le dice su papá Dioni. Nada de nada. Que estamos llegando a Brujas. A Amsterdam. Ni caso. Mario sigue ensimismado. A esto le llamo yo un gran romance. 

lunes, 25 de mayo de 2009

Libiamo

 
Más documentos feriales que nos envía Marcos Quesada: 
–Foto 1 (y única). Desarmado, con los faldones por fuera y dándole al cante junto a una pareja de maestros del compás, igualmente desarmados. 

Cría cuervos



Sépanlo ustedes, señores editores. Uno aquí, encerrado todas las tardes, dejándose la vista ante la pantalla del iMac. ¿Para qué? Para que las criaturas que uno trae al mundo ni te llamen por teléfono para ver si quieres acompañarlos a la feria. Y en lugar de volver a casa con un trozo de coco o un pedazo de turrón manido por los calores, me envía fotos para darme envidia. No sé cómo se las arregla para estar siempre meciéndose en los brazos de guapas mujeres. 
Y uno aquí, escribiendo.

viernes, 22 de mayo de 2009

Valores seguros contra la crisis


Eso proclaman a los cuatro vientos los ministros y los economistas, los tenderos y los mayoristas. Frente a la crisis hay que apostar por valores seguros. Aquí hay dos de ellos: el vino y la lectura. Dos actividades igual de baratas y apasionantes. Marcos Quesada cogió a Los 400 golpes, le dio una botella de vino y los tres se perdieron, pero no precisamente por los pasillos de la historia, sino por los de la Feria de Los Barrios (Cádiz). 
Mañana más, con documentos estremecedores del efecto que el vino puede causar en algunas criaturas como mi pequeño libro.

lunes, 18 de mayo de 2009

El rey de los cuentos




Este señor barbudo es uno de los máximos defensores del cuento, microcuento, relato, género chico o como quiera que se le llame. Hipólito G. Navarro es su nombre y los que hacemos este blog (hacer algo en plural suena más rotundo que hacerlo en singular) no dejamos pasar la oportunidad de retratarlo junto a mi pequeño que, cosas de la crisis, lleva bastante tiempo sin comerse una rosca viajera.