Como siempre tiene que haber gente que meta la pata, se ha presentado hace unos meses una teoría, según la cual, el coloso de Rodas no estuvo ubicado en el puerto de la ciudad, sino en una elevación cercana, llamada monte Smith. Pero ni Ursula Vedder ni todos los arqueólogos del mundo van a estropear el crucero a Los 400 golpes. Porque, después de El Periplo Americano, mi pequeño está viajando en barco por las costas europeas. Y una de sus primeras escalas la ha hecho en la colosal ciudad, donde ha sido retratado por un Tal Fernando Val (que también pasaba por allí).
Mi versión alternativa es la siguiente: si en vez de un coloso los hombres del cincel hubieran trabajado un poco más nadie habría osado inmiscuirse en la discusión (a golpes, por supuesto) de dos titanes semejantes y todavía seguirían de pie. Como en la portada.
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