lunes, 9 de noviembre de 2009

Unas cuantas más de Mr. Anton Paulovich






Después de visitar el busto y ver a una serie de personas practicando paisajismo (foto inferior), mi pequeño encontró un museo en el que, ¡oh, mon dieux!, estaban expuestas las gafas que llevaba Chéjov en el momento de su muerte. Esto le entristeció. A pocos metros encontró una botella de vino con el nombre del ruso. Esto le alegró. Y así pasó el resto del día. Entristeciéndose y alegrándose, alegrándose y entristeciéndose. Vamos, como recién salido de un relato del maestro. ¿No?

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